La “primavera árabe” se ha convertido en la mejor excusa para convertir la vida de millones de personas en un infierno mayor al que ya vivían hasta hace un año.
En Siria, por ejemplo, hace meses que las protestas en la calle se extendieron por todo el país: protestas que denunciaban a su gobierno por la represión y el desarrollo de políticas que perjudican gravemente al pueblo. Hasta ahí, todo es lamentablemente “normal”. Hasta ahí, un pueblo organizándose contra la dictadura de Assad para lograr la paz con justicia y democracia. Hasta ahí, un pueblo al que hay que seguir apoyando. Hasta ahí, de ahora en adelante, ése es el lugar del pueblo y esa gente es nuestra gente, nuestros semejantes, nuestras hermanas: nosotros y nosotras mismas en otro lugar; víctimas de lo mismo, pero en muy diferente grado y forma.
En Siria, por ejemplo, hace meses que las protestas en la calle se extendieron por todo el país: protestas que denunciaban a su gobierno por la represión y el desarrollo de políticas que perjudican gravemente al pueblo. Hasta ahí, todo es lamentablemente “normal”. Hasta ahí, un pueblo organizándose contra la dictadura de Assad para lograr la paz con justicia y democracia. Hasta ahí, un pueblo al que hay que seguir apoyando. Hasta ahí, de ahora en adelante, ése es el lugar del pueblo y esa gente es nuestra gente, nuestros semejantes, nuestras hermanas: nosotros y nosotras mismas en otro lugar; víctimas de lo mismo, pero en muy diferente grado y forma.
Y en eso llegó Occidente y su socio del alma, la poderosa y criminal Casa de Saud. Faltaría más. Quizá para “acelerar” ese proceso (o quizá para ensuciarlo, complicarlo y manipularlo a gusto), milicias financiadas por Arabia Saudí llevan meses poniendo bombas, usando francotiradores en las manifestaciones y avivando la violencia sectaria para que la sangre del pueblo corra más rápido bajo los pies de Assad. Y a eso lo llaman “primavera”. Aunque Assad es tan criminal y tan dictador como la gran mayoría de quienes componen la Liga Árabe, ahora éstos se ponen el disfraz de los derechos humanos para expulsar a Siria de tan sumiso organismo. Pero “éstos”, los segundos, son los socios de “nuestros” gobiernos (y de “nuestros” militares, y de “nuestras” empresas y de “nuestro” Rey), pero no los nuestros. No nos cansaremos de insistir en esto, porque es fundamental para entender la causa del sufrimiento de tantos millones de personas en Oriente Medio: lo peor que puede ocurrir a los intereses de la OTAN y el CCG es que el pueblo logre una verdadera democracia. Nadie está más interesado en someter a esos países que ellos… pero bajo la dictadura que ellos elijan, eso sí, mientras sigan teniendo las bombas más grandes.
Puede que, teniendo todo eso en cuenta, aprendamos a hacer alguna comparación:
El pentágono publicaba esta misma semana que Burhan Ghalioun (“nuestro amigo” profesor de ciencias políticas en la Sorbona), líder del Consejo Nacional Libio… perdón: Sirio (CNS: blanco y en botella), ha visitado Rusia para influir en que no se oponga (junto con China) a los movimientos contra el régimen de Assad. Efectivamente, el CNS ha pedido una zona de exclusión aérea, tal y como algunos think tanks israelíes sugieren. ¿Os suena de algo esta historia?
En una línea bastante compatible (como la anterior) con los intereses de Occidente, la Autoridad Nacional de Apoyo a la Revolución Siria agrupa a unos 70 opositores, todos ellos residentes fuera de Siria. Su líder es el ex-vicepresidente Abd Al-Halim Khaddam, que ahora reside en Francia. ¿Os sigue sonando de algo esta historia? Esta gente pide directamente una intervención militar en Siria, tal y como los mismos think tank israelíes quisieran. En realidad, y conociendo que el “poli malo” OTAN y el “poli tonto” ONU nunca han respetado una resolución en ese sentido empezar a asesinar civiles a las pocas horas: ¿qué más da? Si aún no hemos presenciado una reedición del desastre libio, es sólo porque Siria está en una zona bastante más “delicada” y no porque la organización terrorista más letal del planeta (OTAN – Israel – Consejo de Cooperación del Golfo) no quisiera.
El principal grupo de oposición organizada dentro de Siria se llama Comité de Coordinación Nacional para el Cambio Democrático (CCN, que agrupa tendencias progresistas, diferentes procedencias socio-culturales e intelectuales independientes) y poco oiremos hablar de ella a nuestros medios de manipulación masiva.
Primera conclusión: el enfrentamiento entre fuerzas opositoras sirias es fuerte porque sus objetivos, sus medios y sus reclamaciones también lo son. El CCN (dentro de Siria) acusa al CNS de pedir la intervención militar extranjera y el CNS (desde fuera del país) acusa al CCN de no querer derrocar al régimen porque éste defiende que negociar con Assad. Por lo que respecta al CCN, las tres bases de las reivindicaciones son:
NO a la intervención extranjera, NO a la violencia, y NO al sectarismo.
La intervención extranjera es ya un hecho, desde hace tiempo. No porque lo diga Assad, sino porque es cierto. Unos y otros están matando al pueblo. Unos para reprimir las revueltas. Otros para aprovecharse de ellas, hacer más sangre y precipitar una “operación” lo más rápida posible –recordad que en Libia le llamaban “cinética” y “protectora”.... y ni fue rápida ni protegió nada más que los pozos de petróleo.
Segunda conclusión: la violencia es tanta y tan grave como se ha podido provocar.
El sectarismo es uno de los medios empleados para conseguir las dos condiciones recién denunciadas. La agencia criminal saudí sabe de sectarismo más que nadie y a la OTAN le gusta hablar de sectarismo más que a nadie. Todo sigue, pues, horriblemente “normal”.
Aunque no debemos olvidar que para luchar contra el sectarismo, lo mejor es no ser sectario. ¿Verdad, jerifaltes de la OTAN?
Tercera conclusión: cuando el asesino señala su objetivo, los cómplices disimulan. Si seguimos tragando tanta manipulación, no podremos seguir diciendo que “no nos representan”.