Como alumnos y trabajadores de la universidad, como miembros de organizaciones universitarias y como activistas de la Causa Palestina, creemos que la Universidad debe ser un lugar de pensamiento, transmisión de conocimiento, reflexión crítica y discusión para la mejora de las realidades sociales, abierto a todas sin discriminación alguna. La solidaridad con el Pueblo Palestino debería representar uno de esos puntos inaplazables en esa promoción de valores como “la paz, la tolerancia y la convivencia” que la Universidad de Zaragoza dice llevar a cabo.
El 8 de abril de 2008, el campus de la Universidad de Zaragoza acogió la conmemoración del Día de la Tierra Palestina. Varios de los olivos plantados fueron arrancados a los pocos días. La placa conmemorativa fue destruida. Han pasado cinco años y medio. En diciembre de 2012, varios representantes de los estudiantes en el Claustro de la Universidad presentaron mociones en apoyo a las reivindicaciones legales y legítimas del Pueblo Palestino y en condena a las prácticas ilegales y criminales del Estado de Israel, recibiendo un NO por respuesta de parte de las muy demócratas autoridades de la institución.
Las palabras amables que en su día tuvo la Universidad de Zaragoza con Palestina se contradicen con sus actos. La Universidad lidera el proyecto de investigación “WE@EU”, que ha recibido una subvención europea de 3 millones de euros. En este proyecto participan empresas e instituciones israelíes que recibirán parte de esta subvención por explicar cómo gestionar eficientemente el agua. Además el Vicerrectorado de transferencia e innovación tecnológica promociona la convocatoria Eureka de proyectos conjuntos entre empresas españolas e israelíes, que contiene la condición de que la empresa española adjudicataria subcontrate a la Universidad de Zaragoza.
Las razones para la campaña BDS (Boicot, Desinversión y Sanciones) al estado de Israel son innumerables (ver: http://www.bdsmovement.net/). Israel ha bombardeado universidades palestinas (Islamic University –Gaza) y ha asesinado deliberadamente a estudiantes que iban o volvían de la universidad, el instituto o la escuela primaria. Israel prohíbe que universidades y escuelas palestinas enseñen la historia palestina con el argumento de que “conocer la Nakba incita al odio”. La libertad de expresión y de enseñanza es una víctima más de la peculiar “democracia” sionista.
La Solidaridad con mayúsculas tiene poco que ver con la simpatía, la caridad, las sonrisas amables y las ayudas humanitarias. La solidaridad exige consecuencia y honestidad. En el caso de una institución como ésta, eso exige que se cumpla lo que está escrito, para empezar, en el capítulo primero de sus estatutos y en las cláusulas que (supuestamente) vinculan cualquier acuerdo al respeto de los derechos humanos. A veces, la solidaridad con las víctimas de nuestros “amigos y socios” implica perder la relación con algunos de esos “amigos y socios”, a menos que éstos abandonen las políticas de genocidio que llevan aplicando durante 65 años. Eso exige mucho más que palabras amables. Exige pronunciarse, identificarse con las víctimas, denunciar al estado verdugo, no colaborar con él ni beneficiarse de tal colaboración. Exige hacer lo que se dice, acompañando las palabras con actos. Exige dignidad.
Por todo eso, en solidaridad con el Pueblo Palestino, exigimos el fin del colaboracionismo con las universidades que practican, apoyan y legitiman el apartheid, con las empresas que sostienen y se benefician con la ocupación, el expolio y la limpieza étnica. Exigimos que la institución en que nos encontramos actúe con un mínimo de dignidad, respetando las normas que (se supone) rigen sus políticas en materia de respeto y promoción de los derechos humanos. “Defensa de los derechos humanos y las libertades públicas”, “pleno respeto a los principios de libertad, igualdad y no discriminación”… ¿Palabras vacías u obligaciones morales? Nosotras sí lo tenemos claro:
Fuera sionistas de la Universidad. No a la colaboración con la ocupación, el robo y el genocidio.
Ahora y siempre: Viva Palestina Libre
El 8 de abril de 2008, el campus de la Universidad de Zaragoza acogió la conmemoración del Día de la Tierra Palestina. Varios de los olivos plantados fueron arrancados a los pocos días. La placa conmemorativa fue destruida. Han pasado cinco años y medio. En diciembre de 2012, varios representantes de los estudiantes en el Claustro de la Universidad presentaron mociones en apoyo a las reivindicaciones legales y legítimas del Pueblo Palestino y en condena a las prácticas ilegales y criminales del Estado de Israel, recibiendo un NO por respuesta de parte de las muy demócratas autoridades de la institución.
Las palabras amables que en su día tuvo la Universidad de Zaragoza con Palestina se contradicen con sus actos. La Universidad lidera el proyecto de investigación “WE@EU”, que ha recibido una subvención europea de 3 millones de euros. En este proyecto participan empresas e instituciones israelíes que recibirán parte de esta subvención por explicar cómo gestionar eficientemente el agua. Además el Vicerrectorado de transferencia e innovación tecnológica promociona la convocatoria Eureka de proyectos conjuntos entre empresas españolas e israelíes, que contiene la condición de que la empresa española adjudicataria subcontrate a la Universidad de Zaragoza.
Las razones para la campaña BDS (Boicot, Desinversión y Sanciones) al estado de Israel son innumerables (ver: http://www.bdsmovement.net/). Israel ha bombardeado universidades palestinas (Islamic University –Gaza) y ha asesinado deliberadamente a estudiantes que iban o volvían de la universidad, el instituto o la escuela primaria. Israel prohíbe que universidades y escuelas palestinas enseñen la historia palestina con el argumento de que “conocer la Nakba incita al odio”. La libertad de expresión y de enseñanza es una víctima más de la peculiar “democracia” sionista.
La Solidaridad con mayúsculas tiene poco que ver con la simpatía, la caridad, las sonrisas amables y las ayudas humanitarias. La solidaridad exige consecuencia y honestidad. En el caso de una institución como ésta, eso exige que se cumpla lo que está escrito, para empezar, en el capítulo primero de sus estatutos y en las cláusulas que (supuestamente) vinculan cualquier acuerdo al respeto de los derechos humanos. A veces, la solidaridad con las víctimas de nuestros “amigos y socios” implica perder la relación con algunos de esos “amigos y socios”, a menos que éstos abandonen las políticas de genocidio que llevan aplicando durante 65 años. Eso exige mucho más que palabras amables. Exige pronunciarse, identificarse con las víctimas, denunciar al estado verdugo, no colaborar con él ni beneficiarse de tal colaboración. Exige hacer lo que se dice, acompañando las palabras con actos. Exige dignidad.
Por todo eso, en solidaridad con el Pueblo Palestino, exigimos el fin del colaboracionismo con las universidades que practican, apoyan y legitiman el apartheid, con las empresas que sostienen y se benefician con la ocupación, el expolio y la limpieza étnica. Exigimos que la institución en que nos encontramos actúe con un mínimo de dignidad, respetando las normas que (se supone) rigen sus políticas en materia de respeto y promoción de los derechos humanos. “Defensa de los derechos humanos y las libertades públicas”, “pleno respeto a los principios de libertad, igualdad y no discriminación”… ¿Palabras vacías u obligaciones morales? Nosotras sí lo tenemos claro:
Fuera sionistas de la Universidad. No a la colaboración con la ocupación, el robo y el genocidio.
Ahora y siempre: Viva Palestina Libre