En la tienda de
electrónica de Imad Shlayl en la ciudad de Gaza, los clientes que entran
en masa en el establecimiento solo están interesados en dos productos:
luces LED y baterías para encenderlas.
En la ya de por sí empobrecida Gaza, sus habitantes han tenido que aprender a adaptarse a vivir con tan solo entre dos a cuatro horas de electricidad al día.
Los ánimos se calentaron a finales del mes pasado, coincidiendo con la escalada de tensión con Hamás, un grupo islamista que hace diez años arrebató el control sobre Gaza
a las fuerzas leales a Mahmud Abás, el presidente de la Autoridad
Palestina. En este contexto, Abbas decidió impulsar nuevos recortes en
el suministro de electricidad. Ahora, la escasez marca el día a día de
los habitantes de la Franja: se levantan a medianoche si hay luz para
poner una lavadora o para encender las bombas de agua.
Solo unos pocos ricos tienen acceso a un suministro de electricidad
frecuente y constante que les permite tener luz, nevera, televisor,
internet y un ventilador con el que combatir la ola de calor de este
verano.
“Antes vendíamos todo tipo de productos”, indica Shlayl. “Ahora las
cosas han cambiado. Solo vendemos baterías y cargadores. La crisis es de
tales dimensiones que estamos vendiendo unas cien baterías al día en
comparación con las veinte que vendíamos en un día normal”.
Gaza necesita 430 megavatios de electricidad para satisfacer las
necesidades energéticas diarias de su población, pero solo recibe la
mitad. La única central eléctrica de la Franja suministra 60 megavatios
de electricidad y ahora se está quedando sin combustible. Israel
suministra el resto, previo pago de la Autoridad Palestina desde
Cisjordania.
La decisión de
Abás de recortar el suministro de electricidad a Gaza se suma al hecho
de que este territorio sufre desde hace once años los efectos de un
bloqueo orquestado conjuntamente por Israel y Egipto. Abás se ha
convertido en una figura tremendamente impopular entre los habitantes de
Gaza, que se preguntan qué le empuja a castigar a dos millones de
palestinos en lo que parece un intento de obligar a Hamás a ceder el
control sobre el territorio.
Culpables: ¿Hamás, Israel, Abás?
Aunque la situación actual le ha permitido hacer negocio, Shlayl está
indignado con unos recortes de suministro que tienen un impacto en la
calidad de vida de los habitantes de Gaza y que afectan a todos los
aspectos de su día a día: desde el suministro de agua potable a los
servicios de urgencias de los hospitales.
“No he hecho nada como para que me castiguen. Es la peor situación que
puedo recordar, pero creemos que irá a más”, indica. “No solo afecta al
suministro de electricidad, vamos a peor”.
Además de reducir el suministro de electricidad, la Autoridad Palestina
ha recortado en más de un 30% los salarios de sus funcionarios en la
Franja. Miles de funcionarios protestan en las calles de Ciudad de Gaza.
Los habitantes también culpan a Abás del retraso en la obtención del
documento necesario para salir de Gaza cuando se requiere tratamiento
médico. Lo cierto es que no está claro quién es el responsable de esa
situación.
Los problemas de Gaza, con un desempleo que es estructural, son todavía más evidentes en las zonas más pobres.
En el campamento
de refugiados de Al Shati, situado en Ciudad de Gaza, localidad natal
del líder político de Hamás, muchos bloques de apartamentos están a
oscuras y solo unos pocos tienen algo de luz.
Ayman Nasser, de 32 años, vende palomas y pollos en una caseta de una
sola estancia situada al lado del principal mercado del campamento. Se
ha sentado en la calle con sus amigos en busca de un poco de aire
fresco. La luz de su teléfono móvil ilumina su cara mientras que una luz
que funciona con pilas ilumina su tienda.
“Parte del problema es que nadie nos da ningún tipo de explicación. ¿A
quién deberíamos echarle la culpa? ¿Hamás, Israel, Abás?”, se pregunta.
Un amigo, Ashraf Kashqin, interrumpe la conversación: “Se trata de una
estrategia política pero somos nosotros los que sufrimos las
consecuencias de este enfrentamiento”.
Una pregunta que todos los palestinos de Gaza se hacen es qué objetivo
persigue un envejecido y lejano Abás con estas medidas. Se preguntan si
el objetivo final de los recortes de suministro es provocar una revuelta
contra Hamás, en la línea de las manifestaciones contra los recortes de
suministro de enero.
"Los gazatíes no se levantarán contra Hamás"
El mes pasado, un alto miembro del Gobierno de Fatah en Cisjordania
indicó que con esta medida, la Autoridad Palestina, que ha estado
pagando 12 millones de dólares al mes por la electricidad que Israel
suministra a Gaza, quiere que Hamás se quede sin fondos.
Sin embargo,
muchos observadores se cuestionan el momento, el motivo y el impacto
real que tendrán estos recortes de suministro sobre la población.
Entre ellos destacan los grupos de derechos humanos, como Amnistía
Internacional, que han alertado de que esta crisis de Gaza se está
convirtiendo en una crisis humanitaria que ya está afectando a
hospitales y a instalaciones de tratamiento de residuos.
“Durante diez años, el bloqueo ha privado ilegalmente a los palestinos
de Gaza de sus derechos y necesidades más básicas. Tras un bloqueo
ilegal y tres conflictos armados, la situación económica y las
condiciones humanitarias se han deteriorado gravemente. Los últimos
recortes en el suministro de electricidad podrían hacer que una
situación penosa se convierta en una catástrofe humanitaria”, indica
Magdalena Mughrabi, de Amnistía Internacional.
En cuanto a los motivos que han llevado a Abás a impulsar estas medidas
precisamente ahora, Mohameir Abu Sa'da, analista y profesor de Ciencias
Políticas en la universidad Al Azhar indica que Abás es el único que
tiene la respuesta.
“Sinceramente, no
me creo lo que ha estado repitiendo los últimos tres meses: que
impulsará medidas excepcionales contra Hamás y lo presionará para que
este ceda el control de Gaza. No me lo creo porque entonces no se
entiende que haya esperado diez años”, afirma.
El analista señala que “si [Abás] lo hubiera hecho cuando Hamás se hizo
con el control de la ciudad, se habría salido con la suya. Ahora Abás
no está castigando a Hamás sino a dos millones de palestinos. Los
líderes de Hamás tienen generadores gigantes. Son los habitantes más
pobres los que sufren”.
“Tampoco tiene sentido cortar los salarios de las personas que se supone
que son las más leales a la Autoridad Palestina y a Abás. ¿No son las
mismas personas que han sido detenidas y torturadas por Hamás?”,
pregunta.
Sa'da no cree que con esta medida extrema contra Gaza, Abás consiga lo
que se propone y subraya el hecho de que Hamás ha sobrevivido a una
década de bloqueo y a tres guerras contra Israel.
“Cada vez que presionan a Hamás, estos se inventan alguna forma de
esquivar el asedio”, indica. “No es una forma efectiva de luchar contra
Hamás. Abás se equivoca si cree que los palestinos de Gaza se alzarán
contra Hamás”.
Taher al Nounou,
un asesor de Haniyeh, primer ministro de Gaza, insinúa que esta crisis
se ha generado para desviar la atención y que nadie hable de los
fracasos de Abás: “Abás quiere crear un clima hostil contra Hamás en
Gaza, pero no lo ha conseguido. El proyecto político que impulsa desde
hace once años ha fracasado porque nadie le pregunta qué ha hecho por el
pueblo palestino durante ese espacio de tiempo”.
Cree que las medidas impulsadas por Abás no traerán más que problemas a
los palestinos: “En el pasado, si preguntabas a la gente quién era el
responsable de los problemas de Gaza, te contestaban que Israel, Hamás y
tal vez Abás. Si ahora les preguntas, te contestarán que es culpa de
Abás”.