Comunicado del Foro
Palestina Libre de Zaragoza, 2 abril 2018
Según
la Resolución 260 de 9 diciembre de 1948 (Convención para la
Prevención y Sanción del Delito de Genocidio), “se entiende por
genocidio cualquiera de los actos mencionados a continuación,
perpetrados con la intención de destruir, total o parcialmente, a un
grupo nacional, étnico, racial o religioso”: “matanza de
miembros del grupo”; “lesión grave a la integridad física o
mental de los miembros del grupo”; “sometimiento intencional del
grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su
destrucción física, total o parcial”; “medidas destinadas a
impedir los nacimientos en el seno de un grupo”; “traslado por la
fuerza de niños del grupo”.
Omar
Abu Samour
Mahmoud
Abu
Muammar
Mohammed Najjar
Mohammed
Abu Omar
Ahmad
Oudeh
Jihad
Freneh
Mahmoud
Rahmi
Jihad
AbuJamous
Abdelfattah
Abdenabbi
Ibrahim
Abu Shar
Abdelqader
alHawajri
Sari
Abu Odeh
Hamdan
Abu Amsheh
Bader
Sabbagh
Naji
Abu Hjair
Mosab
Saloul
Estos
son los nombres de los jóvenes asesinados el pasado vienes 30 de
marzo por francotiradores y drones del ejército sionista de
ocupación, en campo abierto, muchos de ellos por la espalda, todos
desarmados, dentro de los límites de esa cárcel a cielo abierto
llamada Franja de Gaza.
La
Gran Marcha del Retorno, que comenzó el Día de la Tierra y acabará
el 15 de mayo con la conmemoración de la Nakba, es una movilización
popular convocada por el conjunto de organizaciones palestinas
(políticas y sociales) para exigir el cumplimiento de la Resolución
194 de NNUU, que reconoce a todas las personas expulsadas por la
ocupación el derecho inviolable, irrenunciable, intransferible,
innegociable e imprescriptible de volver a sus hogares. La
convocatoria abarca Gaza, Cisjordania, Jerusalén Este, los
territorios ocupados desde 1948 y la población refugiada en
Jordania, Siria y Líbano, donde millones de palestinos expulsados
viven en el exilio desde 1948.
La
convocatoria es muy clara: “Estamos hartos de esperar y vamos a
retornar ya. No llevaremos armas y no tiraremos piedras. Solo habrá
banderas palestinas y pancartas con el texto de la Resolución 194,
que garantiza el derecho al retorno de los refugiados a sus casas de
las que fueron expulsados por la fuerza en 1948”.
Desde
el primer momento, la única respuesta recibida fue la única que
sabe dar quien lleva siete décadas torturando, robando y asesinando.
El propio ejército israelí declaró al día siguiente: “Ayer nos
encontramos ante unas 30.000 personas. Llegamos preparados y con los
refuerzos necesarios. Todo se ejecutó bajo control. Todo fue
adecuado y medido, y sabemos dónde cayó cada bala”.
No
se puede ser más sincero y más mentiroso a la vez. No se puede ser
más criminal y más ruin. Israel lleva 70 años utilizando las
mismas mentiras con el apoyo incondicional de sus socios y cómplices,
entre ellos el Estado español, cuyos gobernantes de todos los
colores muestran su “apoyo incondicional” y algunos, en su papel
de perros fieles, llegan a hablar del “estado judío” como si
semejante expresión no fuese una muestra intolerable de
fundamentalismo racista. Y cuando asoma una tímida crítica porque
no queda más remedio, y ese chiringuito llamado Comunidad
Internacional pide una “investigación”, lo hace para disimular,
fingiendo preocupación, sin la menor intención de parar los
crímenes del estado sionista. Montañas de informes, promesas,
declaraciones… ¿para qué? Después del centenar de violaciones
del derecho internacional, crímenes de guerra y resoluciones
incumplidas por el estado de Israel, todo está clarísimo: llevamos
décadas asistiendo, en vivo y en directo, a un genocidio que no se
para con teatrillos sobre negociaciones de paz ni con mentiras sobre
la solución de los dos estados. Se para con memoria, verdad,
justicia, reconocimiento y reparación.
El
Pueblo Palestino no “muere” como si cayera un meteorito sobre las
cabezas de su gente. Señores y señoras mercenarias de la
comunicación, señores y señoras traficantes de información,
Palestina se muere asesinada. Cuando un francotirador mata a una
persona por la espalda, lo asesina. Eso no es un “choque” ni una
“confrontación”, se llama asesinato. Basta ya de vender
“conflicto entre dos partes” para camuflar el asesinato
sistemático de civiles en la ocupación militar más larga y
sangrienta del último siglo. Solo un bando ha disparado TODAS las
balas, TODOS los proyectiles de mortero, TODOS los botes de gas
lacrimógeno. Solo un bando tiene TODOS los tanques, TODOS los
bombarderos y TODOS los drones. Y pese a todo, miles y miles de
personas caminan y acampan, resisten y resistirán, al ocupante y a
sus cómplices dentro y fuera de su tierra, por dignidad, hasta el
final, para vergüenza del mundo que mira y no ve nada.
Nadie
puede alegar ignorancia. No hay equidistancia ante un régimen de
apartheid, como no había equidistancia posible ante los guetos del
nazismo o los bantustanes de Sudáfrica. Las
palabras del carnicero Ariel Sharon en 1982 siguen resonando en cada
crimen del
sionismo, sin que nada ni nadie se atreva a negarlas: DIJO
SHARON: “Por
el pueblo judío estoy dispuesto a ejecutar el trabajo sucio, los
asesinatos de árabes que
sea necesario, a
expulsar,
quemar y
exiliar; a todo
lo que haga falta para que se nos odie. Estoy
dispuesto a calentar el
suelo que pisan los yids
de la diáspora hasta que se vean obligados a venir gritando. Aunque
para ello tenga que volar por los aires varias sinagogas. Me da
igual”. DIJO SHARON: “Y
me da igual si cinco minutos después de que haya acabado todo el
trabajo sucio, cuando se haya logrado el objetivo y todo esté en su
sitio, vosotros
me hacéis
un proceso de Nuremberg. Me podéis
condenar a prisión de por vida o
colgarme por crímenes de
guerra si os
da la gana. Después limpiaréis con lejía vuestra conciencia y
seréis lo bastante guapos, altos y sanos como para entrar en el club
de los pueblos civilizados”. DIJO
SHARON: “Dejadme
que me ocupe de ese trabajo sucio, dedicadme
todos los insultos que se os
ocurran. Lo que no podéis
comprender es que el trabajo repugnante del sionismo no se acabó en
1948. Habríamos
podido ser como los ingleses, los franceses, los alemanes y los
norteamericanos, que han tenido tiempo para olvidar lo que hicieron a
los indios. O
como los australianos, que masacraron a casi todos los indígenas.
¿Qué hay de malo en ello?”, DIJO
SHARON.
Contra
el testimonio brutal del carnicero Sharon y el espíritu colonial del
sionismo nos sirven las palabras de Galeano: “Los colonos invaden,
los soldados cambian las fronteras. Las balas consagran la
expropiación en legítima defensa. No hay guerra de invasión que no
diga ser defensiva. Hitler invadió Polonia para defenderse de
Polonia. Franco llenó cunetas y fosas comunes para redimirnos. Bush
invadió Irak para proteger al mundo. El mundo lleva 70 años matando
a Palestina para eliminar el ejemplo de dignidad de su Pueblo. De eso
nos defienden: de los ejemplos contagiosos que enseñan a resistir
contra la injusticia, porque sin justicia no hay paz. No hay paz con
miseria, abuso, expolio, tortura, invasión, expulsión, bombardeos,
extorsión, con empresarios vendiendo armas y ministros decidiendo a
favor de empresarios, y empresarios que se meten a ministros y
ministros que se convierten en empresarios. En Israel, en los países
de la OTAN, en todos los continentes como Europa y, por supuesto, en
el Estado español. Y no nombramos a nadie porque es imposible
nombrarlos a todos.
Tampoco
hace falta repetir lo que hay de malo en el discurso criminal del
colonialismo, en la hipocresía del Estado español y todos sus
amigos o en las prácticas cotidianas del genocidio. Los grandes
criminales han hecho creer sus excusas a quienes deberían volverse
contra ellos en defensa de las víctimas. Da asco, vergüenza y rabia
tener que repetirlo. Da asco, rabia y vergüenza ver cómo todo sigue
igual, igual y peor, con la complicidad de estados, gobiernos, medios
de comunicación y una ciudadanía anestesiada ante la retransmisión
en directo del genocidio.
Los
asesinos sionistas, como todos sus socios, no ven nada malo en
asesinar sistemáticamente. Nada ven de malo muchos de sus testigos,
porque sus ojos no ven seres humanos sino seres “torturables y
asesinables”, cucarachas inmundas que amenazan la “democracia”
y agreden los “valores” de quienes hablan de paz mientras hacen,
organizan, producen, trafican, controlan y multiplican el negocio de
la guerra. Esos mismos “charlatanes con valores democráticos”
son los mismos que nos amenazan con todo el peso de las armas del
estado de derecho mientras exterminan, uno tras otro, todo derecho
fundamental.
Son
los mismos que, a quienes estamos aquí repitiendo lo mismo año tras
año, década tras década, nos acusarán de “antisemitismo”, de
“delitos de odio” o del nuevo delito que inventen con sus
cerebros podridos y escriban con las manos manchadas de sangre. Pero
es lo mínimo que podemos hacer: seguir aquí. Aquí nos tendrán,
vivos y vivas, haciendo saber a nuestros hermanos y hermanas
palestinas que su lucha es y será justa y legítima. También es
legal, pero esa legalidad, reconocida por los mismos que les matan,
no parece haber servido de nada. Solo el pueblo salva al pueblo. Solo
el pueblo, si se libra del veneno que esparcen sus falsos defensores,
salva al pueblo. Solo el pueblo, cuando entiende quién es el
agresor, dónde está, cómo se beneficia y qué excusas defiende,
salva al pueblo.
Basta
ya de ocupación, saqueo y genocidio.
Viva
la lucha del Pueblo Palestino.
Viva
su lucha por vivir en paz y con justicia, que es la lucha de todos
los pueblos del mundo.
Desde
el Río hasta el Mar se llama Palestina y su capital es Jerusalén.
Viva
Palestina Libre
Viva
Palestina Libre
Viva
Palestina Libre
FPLZ
2/04/18