El “acuerdo de paz” impuesto a Palestina se acerca tras la inacción árabe con Gaza y la embajada de EEUU en Jerusalén
Jueves 24 de mayo de 2018
por
CEPRID
Alberto Cruz - CEPRID
El fin del Ramadán va a suponer el principio de una
nueva era para Palestina. Si algo han puesto de manifiesto los últimos
años en los territorios palestinos ocupados de Cisjordania y Gaza es la
aparición de una nueva generación que sostiene que es ya imposible
mantener la idea de los dos Estados –que preservaría el carácter étnico
judío, además de que sería imposible de amtnener por la discontinuidad
territorial de los bantustanes- y que apuesta de forma clara y combativa
por la idea de un solo Estado con los mismos derechos para todos, al
tiempo que refuta el paradigma sionista de un etnoestado y pondría de
nuevo sobre la mesa el derecho al retorno.
Esta nueva generación ha nacido dentro de los Acuerdos
de Oslo y los rechaza en su gran mayoría (65%, según la última encuesta
conocida del pasado mes de marzo), por lo que a medio plazo supone un
problema tanto para los colaboracionistas de la Autoridad Palestina como
para otras formaciones, apoyen o no al mini-gobierno de Ramala. Esta es
una de las razones por las que a partir del verano se va a relanzar un
“plan o acuerdo de paz” con el que se quiere cerrar un capítulo que
molesta tanto a EEUU como a Israel y a los países árabes, deseosos de
normalizar relaciones y centrarse en lo que realmente les interesa:
Irán.
Aunque se viene hablando de ello desde noviembre del año
pasado, cuando se conoció por una filtración un detallado plan saudita
para "establecer relaciones entre Arabia Saudita e Israel sobre la base
de la asociación estratégica con EEUU" (1), es ahora cuando se ha
decidido ponerlo finalmente en marcha ante la inacción del resto de
países árabes frente a las provocaciones israelíes. Si no ha habido
postura alguna con los ataques de Israel a Siria con el pretexto de
impedir la expansión de Irán allá, mucho menos los ha habido con las
matanzas de manifestantes que reclamaban el derecho al retorno en Gaza y
el traslado de la embajada de EEUU a Jerusalén escupiendo, una vez más,
sobre el derecho internacional.
El traslado de la embajada no ha sido otra cosa que un
globo sonda lanzado por EEUU-Israel-Arabia Saudita para ver la reacción
no sólo de los gobiernos árabes, sino de la calle. La constatación de
que no ha habido la menor respuesta efectiva pese a la matanza realizada
en Gaza coincidiendo con su traslado, más allá de los típicos y tópicos
comunicados de condena, ha puesto de manifiesto que se está en el
momento oportuno para lanzar la gran apuesta: un “plan de paz” para
Palestina que allane el camino para la confrontación definitiva contra
Irán. Porque no se puede arremeter contra el país persa dejando en la
retaguardia un problema como el palestino.
La posibilidad de que una guerra entre Israel e Irán, o
entre Israel y Hizbulá (con resultados imprevisibles puesto que no hay
que olvidar que en dos ocasiones este movimiento político-militar
libanés derrotó al considerado “invencible” ejército israelí) y que
dicha guerra vuelva a galvanizar a la calle árabe como lo hizo en el año
2006 (2) ha acelerado todos los planes. La calle árabe está
anestesiada, los palestinos están solos y es el momento oportuno para
cerrar el único capítulo que puede dificultar los planes agresivos
contra Irán.
Este movimiento se produce, además, en un momento en el
que la influencia iraní ha crecido exponencialmente en todo Oriente
Próximo. El fracaso de la primera andanada para derrocar al gobierno
iraní (meses de diciembre del año pasado y enero de este), el
fortalecimiento de los hutíes en Yemen, la victoria electoral de Hizbulá
y sus aliados en Líbano, la acelerada recuperación de territorios por
parte del gobierno sirio y la alianza, cada vez más estrecha, de Hamás
con Irán y Hizbulá -como reacción a la postura timorata de los países
árabes al cambio de embajada estadounidense y al declarado intento de
normalizar relaciones con Israel- (3), es decir, el fortalecimiento del
“”Eje de la Resistencia”, obliga a acelerar todo el proceso.
Para EEUU, Israel y Arabia Saudita es necesario tener
las manos libres respecto a Irán. Y para ello hay que deshacerse de
Palestina. Eso es lo que está ahora a punto de concretarse con ese
“acuerdo de paz” que se pretende definitivo.
Dicho plan será presentado por EEUU, ha sido
co-elaborado con Israel y cuenta con el reconocimiento de los países
árabes. El hecho de que Egipto y Jordania, que mantienen relaciones
diplomáticas con Israel, no hayan retirado sus embajadores tras las
matanzas de Gaza es un indicativo más que suficiente. El hecho de que
los países árabes no hayan reaccionado ante dichas matanzas y la cumbre
de emergencia islámica de rechazo a ellas haya tenido que ser convocada
por Turquía (y los países árabes no han tenido más remedio que acudir,
pero sin la relevancia necesaria puesto que no fue ni un solo primer
ministro a excepción del jordano) indica lo que se está cociendo.
Se hace, además, en un momento en el que Hamás ha tenido
que aceptar plegarse a la presión egipcia tras la matanza de la última
gran movilización por el derecho al retorno. De hecho, Hamás ha
suspendido dichas movilizaciones.
Egipto presionó a Hamás para que suspendiese las
movilizaciones a cambio de abrir el paso fronterizo de Rafá durante todo
el mes del Ramadán y así lograr que los miles de heridos puedan ser
atendidos en hospitales egipcios y que la población gazatí, hundida en
la miseria por el bloqueo, se abastezca. Al mismo tiempo, la presión
egipcia se realiza en un momento en el que Hamás se debate ahora mismo
en un duro enfrentamiento interno entre quienes quieren mantener las
movilizaciones y quienes plantean que hay que llegar a una tregua de 10
años y lograr algún tipo de acuerdo para poner fin o suavizar el bloqueo
a Gaza.
Egipto está siendo el policía bueno, y Hamás lo ha
entendido así. El policía malo son los otros países árabes, que han
amenazado con suspender todo tipo de ayuda, por simbólica que sea, si se
reinician las movilizaciones. Si durante todo el mes del Ramadán la
calma se mantiene será el momento de dar el paso final: el "acuerdo de
paz".
Dicho acuerdo establece la transferencia a los
palestinos de unos 720 kilómetros cuadrados del Sinaí egipcio (aunque
este país recuperaría ese territorio con una cesión similar del Negev de
la Palestina histórica) incluyendo dos ciudades, El-Arish y Sheij
Zuweid, en las que se construiría un puerto marítimo nuevo y un
aeropuerto, respectivamente. En la esa zona ha sido muy activo el
llamado Estado Islámico y muchas de las aldeas que ahora hay en ese
territorio están dañadas, o sus edificios destruidos, por los bombardeos
del ejército egipcio y gran parte de su población se ha desplazado
hacia otros lugares. No es una zona deshabitada, pero sí poco poblada.
El "plan" no supone una Palestina independiente. Tendría
una soberanía limitada, incluiría incluso la parte de Cisjordania que
ahora controla -es un decir- la llamada Autoridad Palestina, incluido el
barrio árabe de Jerusalén Este, pero la ciudad vieja jerosimilitana
pasaría a ser parte de Israel, así como el Valle del Jordán. La mezquita
de Al-Aqsa quedaría bajo supervisión palestino-jordana y la capital
sería Abu Dis, una aldea cercana a Jerusalén. Precisamente Jordania es
otro país que está presionando para que este plan se ponga en marcha.
Desaparecería el derecho al retorno y se establecería un
"sistema económico para compensar a los refugiados" (es decir, los
países petroleros pagarían para que los casi siete millones de
refugiados se quedasen en los países donde están –Jordania, Líbano y
Siria principalmente- y, al mismo tiempo, se recompensaría a esos países
por ello). Y por supuesto que desaparece, otra vez, el llamado derecho
internacional puesto que no se recoge nada de respeto a las fronteras de
1967 como exigen las resoluciones de la ONU.
¿Y la Autoridad Palestina?
Si la llamada Autoridad Palestina se negase a aceptar
este plan, desaparecería todo tipo de ayuda financiera (200 millones de
dólares están ahora mismo bloqueados), así como toda la ayuda del
programa de la ONU para los refugiados.
El presidente de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas,
no quiere pasar a la historia como un traidor y está intentando hacer un
último y desesperado intento por enfrentar lo que se avecina. Después
de negarse durante años (desde la agresión a Gaza del 2014) a llevar a
Israel a la Corte Penal Internacional, ahora lo acaba de hacer. Fue el
22 de mayo y se dice sin rubor alguno ahora que "tiene que realizarse
una investigación exhaustiva de los abusos contra los derechos humanos"
por parte de Israel (4).
Abbas está enfermo, tiene 83 años y sabe que ya no tiene
nada que perder. Al mismo tiempo, la lucha por su sucesión es muy
encarnizada. Son al menos seis los personajes palestinos que aspiran a
sucederle, con mayor o menor peso dentro de Fatah y con más o menos
apoyos de Israel y de EEUU.
No hay que perder de vista que Fatah controla la
Autoridad Palestina y gobierna las áreas de Cisjordania mientras que
Hamás gobierna la Franja de Gaza. Y no hay que olvidar que fue Hamás
quien ganó las elecciones en 2006, triunfo no reconocido por Fatah, ni
por Israel, ni por EEUU ni por la Unión Europea. Desde ese momento,
Fatah no reconoce al Consejo Legislativo Palestino pese a que en virtud
de los Acuerdos de Oslo es el parlamento legal.
Cualquiera de los candidatos, todos de Fatah o próximos,
que pelean por el cargo puede llegar a acuerdos por su cuenta y
sancionar el “acuerdo de paz” con quienes lo patrocinan. Especialmente
quien ahora ejerce de primer ministro, Rami Hamdalá, es quien cuenta con
más apoyos de Israel y EEUU.
Ya se le ha ofrecido el caramelo, en forma de dinero, si
sucede a Abbas y acepta el “acuerdo de paz”. Se habla de hasta 40.000
millones de dólares para “desarrollo de industria y paliar el paro”. A
cambio se le pide que coopere y “estabilice la situación”. Sin embargo,
no parece que sea el candidato de Egipto y Jordania.
Y mientras, Hamás también se debate en su lío haciendo
un movimiento extraño: ha pedido la celebración de un nuevo Consejo
Nacional Palestino bajo los auspicios de Egipto. El 30 de abril tuvo
lugar la última convocatoria de esa entidad, a la que no asistieron ni
Hamás, ni la Yihad Islámica, ni el Frente Popular para la Liberación de
Palestina-Comando General, ni el histórico Frente Popular para la
Liberación de Palestina. La anterior, celebrada en enero, había sido
boicoteada por los tres primeros por entender que debería haberse hecho
fuera de Palestina para que pudiesen participar en él los representantes
del exilio, es decir, los refugiados.
Este movimiento es extraño porque indica que es del
interés de Egipto para promover a su candidato a la sucesión de Abbas.
Sobre todo, porque al no reconocer Fatah la legitimidad del Consejo
Legislativo Palestino, el Consejo Nacional Palestino se convierte en la
única legitimidad existente y sería determinante a la hora de elegir al
sucesor. Y ahí un candidato de consenso podría estar fuera del control
de Fatah y, por lo tanto, sería más manejable para Egipto.
Notas:
(1) Alberto Cruz, “La nueva estrategia de Arabia
Saudita: vender a Palestina para comprar la guerra contra Irán pasando
por Líbano”. https://www.nodo50.org/ceprid/spip.php?article2309
(2) Alberto Cruz, “El grito de la calle árabe: “sin
justicia no hay paz”,->El grito de la calle árabe: “sin justicia no
hay paz”, http://www.rebelion.org/noticia.php?id=36850
(3) Al-Mayadeen TV, “Varios mensajes enviados por el jefe de Hamas en la Franja de Gaza Yahya al-Senwar”, http://www.almayadeen.net/reports/880666/%D8%B1%D8%B3%D8%A7%D8%A6%D9%84-%D8%B9%D8%AF%D8%A9-%D8%A8%D8%B9%D8%AB-%D8%A8%D9%87%D8%A7-%D8%B1%D8%A6%D9%8A%D8%B3-%D8%AD%D8%B1%D9%83%D8%A9-%D8%AD%D9%85%D8%A7%D8%B3-%D9%81%D9%8A-%D9%82%D8%B7%D8%A7%D8%B9-%D8%BA%D8%B2%D8%A9-%D9%8A%D8%AD%D9%8A%D9%89-%D8%A7%D9%84%D8%B3%D9%86%D9%88%D8%A7%D8%B1/
(4) Middle East Eye, “Palestinian foreign minister to
press ICC on Israeli war crimes probe”,
http://www.middleeasteye.net/news/palestinian-foreign-minister-press-icc-israeli-war-crimes-probe-1247363419
Alberto Cruz es periodista, politólogo y
escritor. Su nuevo libro es “Las brujas de la noche. El 46 Regimiento
“Taman” de aviadoras soviéticas en la II Guerra Mundial”, editado por La
Caída con la colaboración del CEPRID y que ya va por la tercera
edición. Los pedidos se pueden hacer a libros.lacaida@gmail.com o bien a ceprid@nodo50.org